Autor: Francisco Naranjo Lalama
Quito, octubre 2013

En el proceso que vive la Facultad de Arquitectura, ante los ineludibles cambios que el País demanda, es necesario el reflexionar sobre los contenidos de la enseñanza de la arquitectura en sus aspectos esenciales.

Ha sido notorio en los procesos que ha vivido la Facultad, incluido el actual, la desvinculación entre estos cuatro componentes; la departamentalización y segmentación del conocimiento ha prevalecido desde la década de los setenta y se ha consolidado en el presente, como resultado de la falta de un debate permanente sobre los temas esenciales que definen el oficio.
LA ARQUITECTURA Y SU OBJETO DE TRABAJO

inmateriales, consecuentemente el estudio, análisis y praxis de estas disciplinas se basa en el conocimiento, evolución y transformación de los objetos
materiales a través de la historia.
Y estos objetos materiales formalizan un sistema global de vida y consecuentemente nos permiten acceder a la historia a través de sus manifestaciones concretas y al pensamiento que las produjo.
¿Cuáles son los objetos sobre los que trabajamos los arquitectos? La respuesta es clara, trabajamos sobre arquitectura y ciudad como objetos construidos, y desde este punto de vista la arquitectura se constituye en el componente fundamental de la producción cultural de una colectividad, es decir de la historia material del hombre.

una cultura y una organización social y como expresión de un modo de vida, de pensamiento, de desarrollo científico, tecnológico y estético.

Dentro de esta visión quizás podemos comprender los enfoques que se observan en la Facultad con más claridad, y cuyas variantes son: por una parte la tendencia que da autonomía a la forma para posteriormente incorporar valores e interpretaciones de la realidad y las segundas que niegan toda autonomía de la forma, prestando atención al contexto que rodea al objeto de proyecto, condiciones soci
ales, económicas e ideológicas, es decir el contenido social de la obra. En ambas visiones el objeto aparece parcialmente como producto de una cultura y una organización social.
Sin embargo, por la estructura académica vigente, basada en conocimientos parcelados y estancos, en las dos tendencias, al tratar de vincular programáticamente sus prácticas proyectuales en la operatividad del proceso, se expresan contradicciones fundamentales como la anulación de todo conflicto histórico en el objeto de estudio, el desconocimiento de los contenidos esenciales de la arquitectura como practica y la ausencia de una visión integradora que garantice la calidad del producto final.
Se desconoce además el hecho de que los objetos materiales aparecieron como una fuente alternativa


arquitectura y la ciudad como objetos construidos y para su análisis entendemos en cada caso particular, la trama cultural que enlaza transversalmente el objeto de trabajo, y posibilita la comprensión de las diversas prácticas que inciden en el objeto por medio de la variedad de instrumentos para abordarlas
Implica entonces el analizar y procesar la interacción intima e indisoluble que se manifiesta entre el artefacto material y la trama cultural en que se produce, a lo que se incorporan los campos de producción que tienen relación con el objeto de trabajo: disciplinas, tradiciones constructivas y producción industrial, que constituyen el triángulo de relaciones del objeto de estudio.


los movimientos y tendencias de su propia disciplina.
De esta manera y definido el ámbito general, el objeto de trabajo del arquitecto pueden formularse las modalidades de abordaje del campo de producción de los objetos materiales “y los mecanismos por los cuales la forma puede ser interpretada: la topología, el lenguaje, la técnica, el sistema físico”
LA CIUDAD Y LA ARQUITECTURA
Si hemos establecido el objeto de trabajo del arquitecto, es necesario considerar la visión sobre los


igualmente Vitrubio, da por supuesto que “la forma de los edificios y la forma de la ciudad, campamento o asentamiento, están estrechamente relacionados”… Y que tanto las edificaciones Monumentales, como los grandes espacios públicos contienen una gran intencionalidad urbana, conjugan entonces la relación entre arquitectura y espacio público conforman una unidad indisoluble “en ambas realidades, la condición espacial por un lado y la vocación de escenario de la vida humana, por otro parecen encontrarse en una misma dirección.” Sin embargo esta visión se pierde a partir de principios del siglo XX con la irrupción de las vanguardias y posteriormente el movimiento moderno: los conceptos de arquitectura y ciudad se han vuelto inciertos en su definición y contenidos y difícilmente pueden ser entendidos como una unidad por buena parte de los arquitectos y urbanistas.
A pesar de que las condiciones del presente, están orientadas en la Facultad a generar arquitecturas aisladas y descontextualizadas, objetos que responden a los condicionamientos culturales, establecidos por el sistema, la globalización y el individualismo pregonado como la meta de las sociedades actuales por una parte y por otra la producción de una arquitectura repetitiva e indeterminada, proyección de las visiones funcionalistas que constituyen “el magma gris de la producción arquitectónica común” en una realidad donde la ciudad ya no la hace la sociedad, la colectividad, sino que la construyen los operadores y especuladores urbanos, a través de estas edificaciones singulares.-sin contenido social.- los conjuntos residenciales.-monótonos y descontextualizados.-y la contra cara de ese escenario, la arquitectura de la pobreza que se expresa en todas nuestras ciudades.
No toda la arquitectura marcha por ese camino, hay una práctica importante que orienta sus proyectos

Dentro de esta línea de pensamiento, la relación entre ciudad y arquitectura se concreta y define a través de la noción de territorio, como componente esencial pues permite comprender las diferencias y particularidades de cada fragmento, de cada barrio y de cada ciudad ; territorio entendido no solamente como topografía, espacio habitado, contenido histórico y social, sino como lugar de encuentro y materialización de las actividades humanas expresadas a través de la arquitectura y el espacio público.



Contrariamente plantea, que se debe operar desde la ciudad existente, su historia, su topografía y lugar, como referentes innegables, como tradición y continuidad, especialmente en ciudades como las de nuestro País y América Latina. Propuestas que, como resultado de las experiencias obtenidas, permiten recoger, ordenar e integrar lo nuevo con lo existente, integrar la complejidad y la innovación como recursos fundamentales para su transformación, para su vigencia en la contemporaneidad.

Involucra desarrollar una arquitectura que se enfrenta con la ciudad, negocia con ella, la interpreta,

Las nociones incorporadas, permiten establecer variantes importantes en el análisis y el proyecto urbano, como:
a escala de los problemas de nuestras ciudades, que plantean soluciones alrededor de arquitecturas e infraestructuras de dimensiones diferentes a las que convencionalmente estamos acostumbrados, y que implican no solamente modificaciones cuantitativas sino y fundamentalmente cualitativas, es decir a una nueva forma de proyectar, construir y operar, una forma diferente de entender la relación entre arquitectura y ciudad.

La comprensión de la especificidad de cada ciudad y cada parte de la misma.-piezas urbanas.- como unidades con su propio desarrollo, morfología y materialidad, y consecuentemente el proyecto debe responder a esas condiciones específicas, manteniendo una línea de innovación coetánea con el desarrollo conceptual y tecnológico del presente.
Concluyo con la frase de Saskia Sassen que dice “la condición estratégica de la ciudad del futuro pasará a través de sus arquitecturas.”
Concluyo con la frase de Saskia Sassen que dice “la condición estratégica de la ciudad del futuro pasará a través de sus arquitecturas.”